Death like me


Odio los funerales.

Está claro, que a nadie le gustan los funerales, ya que de ser así, tendría un serio problema.

Los odio, por lo que te hacen sentir, los odio, por cómo me termino sintiendo luego.
Hace tiempo leí, que el ser humano necesitaba del ritual del entierro para asumir la pérdida de dicha persona, que formaba parte del proceso de asimilación.

No lo entiendo. Nunca he entendido, cómo se puede superar a una persona.

Siempre he sentido, que no debería poder perder ni un ápice del dolor por esa pérdida, que nada debería permitir jamás olvidar esa persona, porqué, superarla, implica eso. Si, se me dirá que no es así, que esa persona sigue en tus recuerdos, los más místicos o creyentes dirán que siguen a tu lado, apoyándote en tus decisiones, ayudándote en los momentos difíciles.

Pero no es así.

No siguen ahí. No están a tu lado para ayudar a levantarte. No están ahí cuando sufres por qué no los sientes, cuando lloras por qué no logras comprender porqué no responden cuando les llamas, y cualquiera que haya perdido a alguien importante en su vida sabrá de lo que hablo.

Hemos de seguir hacia delante, si más no, es lo que siempre te dirán en los entierros y joder, cómo odio esas palabras, porqué y aun a sabiendas que siempre se dicen de la más buena voluntad, lo cierto es que me repatean cada vez que las escucho.

Odio, la parafernalia del entierro. De la gente que acude, porqué es lo que se tiene que hacer, de dar el sentido pésame y las dichosas octavillas llenas de cruces, porqué, a excepción de las víctimas colaterales de la pérdida, ninguno de ellos sabe o podrá entender, lo que realmente se siente, porqué, un entierro no es el lugar de los reencuentros y de conversaciones de bar, sino y siempre desde mi entender, el último homenaje a la víctima y el apoyo obvio a la familia. Apoyo, que no nace es estar simplemente ahí, nace en estar ahí los días venideros, los días en que se levanten y vivan la pérdida, cuando se despierten solos, con el cojín empapado de lágrimas.

Jamás se inventaran las palabras perfectas que ayuden a esa persona a superar dicho calvario, no nos esforcemos, no existe nada en el mundo, que alivie el tremendo dolor que puede sacudir el alma de la muerte de alguien cercano, así, que no lo intentemos con vagas palabras, porqué a veces, es mejor un simple abrazo, que unas estúpidas palabras.

En fin, siempre he pensado en mí entierro, en cómo me gustaría que fuese (que espeluznante lo reconozco XD) y partiendo que jamás quería ser enterrado sino incinerado siempre he deseado en que fuera una auténtica fiesta, dónde la gente riese, que aunque fueran pocos, estuvieran solamente aquellos que me importaron y a los que realmente marqué algo en sus vidas y me encantaría que sonara a todo trapo la canción del video.

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