Los amigos que perdí
Se me hace cuesta arriba
tener que mentir en según que ocasiones y sobretodo con según que
gente, así que como solución, el silencio, arma infalible ante a
veces la incrédula visión de determinados hechos o circunstancias.
Después de una semana de
perros, donde casi me quedo sin vacaciones, parece llegar a su fin y
a salir el sol... si vale, en un día nublado y con un frío del
copón, pero me hace dar cuenta que, quizás, la forma en la que vivo
o vivimos, ya que, dudo que tenga la exclusividad, está equivocada.
Nos afectan cosas, que no
deberían, y tienes dos formas de tomártelo, bien o mal. Claro está
que pudiéndolas tomar bien, porqué coño, nos las tomamos mal? Si
bueno señores, no tengo la respuesta a esta pregunta, si la tuviera,
probablemente estaría en la tele haciéndole la competencia directa
a Sandro Rey, pero no es así, no tengo ni la más mínima remota
idea.
A veces, es solo esperar a
que pase la tormenta, que caiga el chaparrón, que nos empapemos de
toda la mierda posible y entonces, sólo entonces, cuando ya no
podamos estar más pringados, nos limpiemos el traje y volvamos al
partido.
En fin que ya estamos a
miércoles, mañana es jueves y ya queda menos para el fin de semana
a todos aquellos que disponen de él o de mis mericídisimas
vacaciones y si a alguien no le gusta, que se rasque, porqué a mi ya
no me pica.
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